CAP. IV
Había un zapato en la azotea. Era un zapato
negro, con una ligera bruma en los bordes, sin cordones, entreabierto un poco
por detrás en la costura que lo unía. Un zapato con olor a otoño, arrastrando
el tiempo en su forma, un poco rechoncho, humedecido; con un cierto sonido de
saxo y un algo enfermizo. Algunos desperdicios se extendían también por el
suelo de baldosa rojo-descolorido de la azotea, y sobre el fondo de la
barandilla violeta y el cielo color de pasadomañana dos figuras dispares se
recortaban en continua variación.
- ¿Irás a la reunión? preguntó
Ailia.
- Allí estaré, contestó Tesol,
estrechando su cintura y dejando un hasta pronto en el ambiente.
Buen tipo, se dijo Ailia,
mientras miraba la figura de Tesol que se iba perdiendo cada vez más, empequeñeciéndose
escalón tras escalón por la escalera de incendios. Encendió un cigarrillo y
miró hacia arriba: Dos palomas hacían ejercicios de levitación a gran altura en
protesta por los precios del oxigeno, un poco más lejos un Fa sostenido Mayor
rematadamente borracho discutía con una nube muy henchida sobre la impureza del
agua embotellada, al otro extremo de la azotea el zapato se quedó dormido.
Ailia llamó al ascensor, pero este no subió a
recogerla por fiesta familiar inesperada. En este punto se enfundó sus guantes,
abrió la puerta y por la escalera central bajó los veinte pisos hasta el
vestíbulo.
Al verla aparecer, el ascensor
totalmente encandilado, se acercó presuroso a ofrecer sus disculpas con un vaso
en una puerta y un trozo de pastel en la otra, en sus cristales circulares
había muchas palabras escritas en dialectos desconocidos. Ailia bebió de su
vaso, comió de su pastel y puso la mano sobre sus hermosos botones trasparentes
en señal de despedida. Salió a la calle y subiendo el cuello de su abrigo persa
se alejó deslizándose suavemente sobre la capa de hielo recién depositado. La
Familia de los Fa buscaba sin descanso al abuelo por las fachadas, las farolas,
los falsetes, las fallebas; afanosa y fatigada, faullando por las esquinas.
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Bella Ailia, seductora de ascensores.
ResponderEliminarHasta hoy no había escuchado la música ... maravillosa.
Doña FA, fantástica mujer que usaba faja, farandulera y a ratos farolera, fabricante de instrumentos y famosa en toda la ciudad. Su especialidad era el Fagot y por eso músicos de todos los rincones del mundo se acercaban a su taller para hacerlos sonar.
Eliminarpor eso y por mucho más
EliminarDon Fa sostenido Mayor se casó con ella
La cintura de Ailia debe ser diminuta. Y elegante la forma en que se pone los guantes, como también lo serán su caminar y el vaivén de la falda.
ResponderEliminarVeo sus movimientos como una danza suave.
¿Qué ascensor no caería rendido a sus pies?
¿qué estarán tramando estos?
ResponderEliminarMás que una bailarina, un dibujo animado.
ResponderEliminarEso es, Ailia parece un dibujo animado.